


Al llegar fuimos directas al mercado de "Les Halles", situado en el corazón de la ciudad a orillas del Canal de la Robine.

Dimos una vuelta por las diferentes paradas del mercado, y aprovechando que era la hora de comer, nos pedimos una
degustac
ión de quesos franceses y un surtido de ostras. 
Al salir nos dirigimos a la Plaza Mayor, rodeada de edificios históricos junto a la fachada del Ayuntamiento, y en el centro la antigua Vía Domitia en el estado en que quedó a finales del siglo IV, aunque no la pudimos ver, ya que en navidades la cubren con una pista de patinaje.
El conjunto monumental de mayor belleza lo encontramos en el Palacio de los Arzobispos, compuesto por el Palacio Viejo del siglo VII, y el Palacio Nuevo del siglo XIV, que cuenta con un magnífico patio interior enmarcado entre la Catedral y el Ayuntamiento.



Junto a los Palacios, se sitúa la Catedral de Saint Just et Saint Pasteur, iniciada en 1272 a iniciativa del papa Clemente IV, pero que nunca fue terminada, el museo arqueológico, que alberga antiquísimas reliquias descubiertas durante la realización de obras y cuenta con una colección de frescos procedentes de la villa galo–romana de Le Clos de la Lombarde, así como el mojón más antiguo de las Galias, y cerca encontramos el Horreum subterráneo, un antiguo almacén romano donde conservaban los cereales.
Al anochecer, nos dirigimos a nuestro siguiente destino; Montpellier, situado a 1 hora de Narbona.
El encanto del centro histórico con sus calles peatonales y animadas plazas invitaban a dar grandes paseos, pero llegó la hora de la cena y nos dedicamos a escoger restaurante para cenar.



Al salir nos dirigimos a la Plaza Mayor, rodeada de edificios históricos junto a la fachada del Ayuntamiento, y en el centro la antigua Vía Domitia en el estado en que quedó a finales del siglo IV, aunque no la pudimos ver, ya que en navidades la cubren con una pista de patinaje.
El conjunto monumental de mayor belleza lo encontramos en el Palacio de los Arzobispos, compuesto por el Palacio Viejo del siglo VII, y el Palacio Nuevo del siglo XIV, que cuenta con un magnífico patio interior enmarcado entre la Catedral y el Ayuntamiento.








Nos decantamo


He de decir que aprendí tarde a comer ostras, y que me encanta su ritual; el hielo picado, el toque de limón o de vinagre de chalotas, el pan integral con mantequilla, el sorbito a la hora de comerlas... simplemente maravilloso, y fue una gran
cena.

Al día siguiente, la ciudad nos descubrió el Palacio de la Ópera, construido en el siglo XIX a partir del modelo de la Ópera Garnier de París, y la estatua-fuente de las Tres Gracias situados en la elegante Place de la Comédie, los jardines de Promenade Royale, rodeados por una inmensa estatua de Luis XIV frente al majestuoso Arco del Triunfo, la Facultad de Medicina, junto a la Catedral de Saint Pierre, del siglo XIV, caracterizada por su inusual pórtico, y el acueducto de Saint Clement, conocido como les Arceaux, donde los sábados por la mañana debajo de sus arcadas, instalan el "Marché", además de los bonitos edificios construidos entre los siglos XVII y XVIII, y rincones impresionantes como la Tour de la Babotte. 

1 comentario:
a mi tambien me chiflan las ostras y las preparan de maravilla en el Braserie Flor de Barcelona
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